FOTOVOX MAJE RECONEXIÓN

Texto: Mauricio Mecha, Alexa Robles Gil, Markus Martinez Burman,

Santiago Ramirez Said, Armando Vega.

INTRODUCCIÓN

Entre las venas formadas por el río Majé, dentro del bosque tropical panameño, se encuentra el territorio de vida Majé Emberá Drua. Históricamente, este territorio de vida se ha caracterizado por ser un área de conservación Indígena que depende de la estrecha conexión entre las historias locales, la identidad cultural y la riqueza natural. Sin embargo, las acciones de conservación del pueblo Indígena Majé Emberá han sido afectadas por una serie de grandes desafíos socio-ambientales. Estos empezaron en 1976 con el represamiento del antiguo Río Bayano, planeado con poca consulta pública y sin el consentimiento de las comunidades locales. La creación de esta represa inundó un área de 352 km2, (un área equivalente al de la ciudad de Monterrey, México) lo que provocó el desplazamiento forzado de cientos de personas. Cuatro años después, se inició la introducción de la Tilapia (Oreochromis niloticus) en el ahora Lago artificial Bayano. Para 1983, la fauna del río había disminuido en más de un 79%, afectando la pesca tradicional y el sustento tradicional de las comunidades que dependen de él. Hoy, casi medio siglo después de la creación de la represa hidrológica del Bayano, la comunidad sigue resistiendo y luchando por la seguridad de su territorio; viéndose cada vez más desplazada por la deforestación y los incendios causados por la ganadería ilegal. Estos han reducido los bosques de Majé en un 50% en las últimas dos décadas.

Esta crisis ambiental está resultando en la disminución progresiva de los conocimientos tradicionales, ya que estos son dependientes de la salud del territorio. A pesar de esto, gracias a su resiliencia, el pueblo Majé Emberá continúa preservando su relación ancestral con la flora y fauna que les rodea. A la cabeza de la comunidad Unión Emberá, el dirigente Mauricio Mecha, ha liderado la resistencia y la búsqueda por la autonomía y autodeterminación; así como la indemnización por el desgaste ecológico, cultural y social de su territorio. Izquierda: © Rodolfo Mecha. Derecha: © Narel Mecha.

FOTOVOZ RECONEXIÓN MAJE EMBERA

La complejidad de la cultura moderna junto con los desafíos ambientales, ha generado una crisis identitaria en los jóvenes de la comunidad. Esto incluye una preocupación por la pérdida de conocimientos tradicionales y del idioma Emberá. Sin embargo, inspirados por la lucha incesante de sus líderes comunitarios, los jóvenes de la comunidad Unión Emberá buscan reavivar la conexión con su territorio al comprender los impactos de la degradación ambiental en su cultura. Para apoyar esta búsqueda, un equipo de exploradores latinoamericanos de National Geographic, junto al dirigente Mauricio, planeó la implementación del proyecto Fotovoz Reconexión Majé Emberá. 

Fotovoz Reconexión empezó con jóvenes Monkoxi de la Nación Indígena de Lomerío en Bolivia. Este proyecto tiene como objetivo reunir testimonios de jóvenes indígenas sobre la conexión con su territorio, el reencuentro con su identidad ancestral y la exploración de las historias que rodean su cultura. Con la intención de continuar con la visibilización de esta gama de historias, Fotovoz Reconexión Majé Emberá, agrupó a diez jóvenes para explorar y regresar a la vida las historias que componen su riqueza cultural. Este acompañamiento fue realizado mediante talleres co-creados con los exploradores de National Geographic Markus Martinez-Burman, Armando Vega, Jorge Panchoaga y Santiago Ramírez Said. Lo anterior consistió en la identificación de símbolos e historias, reflexiones sobre las mismas y la creación de múltiples narrativas personales y comunitarias.

El objetivo final fue otorgar a los jóvenes las herramientas necesarias para contar sus historias y desarrollar las habilidades base para continuar su exploración cultural a través de la fotografía. Cada uno de los diez participantes desarrolló una historia personal encaminada a dar voz a sus mayores deseos y preocupaciones respecto al futuro de su territorio. Entre las historias producidas, se encuentran la de Rodolfo Mecha y Elizabeth Bedoya que nos muestran dos formas de reconexión y cuidado con su territorio de vida.

LA NUEVA CARA DEL RÍO

Fotografias por Rodolfo Mecha

Ante los impactos de la construcción de la represa del Bayano y la introducción de la tilapia, la comunidad Majé Emberá ha desarrollado un sistema de pesca de sustento artesanal. Esto inspiró a Rodolfo, un joven de 27 años, padre y pescador, a mostrar los esfuerzos de su comunidad por adaptarse a un territorio donde más de mil pescadores, procedentes de más de 20 poblados indígenas, obtienen su sustento. 

Rodolfo documentó a sus compañeros buceando y arponeando tilapia alrededor del lago Bayano. Los pescadores llegan a permanecer en el agua hasta seis horas y cada uno llega a capturar alrededor de 100 libras de pescado; en conjunto, pueden llevar hasta 600 libras por lancha. Una parte de esta tilapia se queda en la comunidad mientras que la otra es llevada a un centro de procesamiento dónde es distribuida y exportada. Aunque la pesca de tilapia permite el sustento económico de la comunidad, el sueño de Rodolfo y de la comunidad es ver de regreso a las especies nativas del río que acompañaron a sus abuelos y abuelas. 

El mapa de la visión del futuro de la comunidad es una representación gráfica de sus deseos colectivos para el futuro. En este se ve la biodiversidad acuífera y terrestre de vuelta en el territorio, junto con sus proyectos de manejo territorial y de conservación.

EL SONIDO DE LA FLOR DEl GUAYACÁN

Fotografías por Elizabeth Bedoya

Uno de los propósitos principales del proyecto de fotografía de Elizabeth, de 23 años, fue el rescate y conservación del conocimiento tradicional de plantas medicinales. Elizabeth nos relata la búsqueda de la flor del guayacán (Handroanthus chrysanthus), planta representativa de la danza del “Jenguengue". Esta flor amarillo intenso, es más que un ornamento o decoración en la danza, es su significado: la floración representa la danza, y de sus pétalos surgen los movientos del baile. Junto con su importancia cultural, la planta del guayacán juega un papel importante en la medicina tradicional. Elizabeth nos cuenta que dentro del conocimiento ancestral, cuando una mujer está embarazada, se baña con la hoja del guayacán antes de dar a luz para prevenir cualquier problema durante el parto.  

Para Elizabeth los usos culturales y medicinales de la planta son un arte. Sin embargo, la deforestación descontrolada dificulta cada vez más encontrar esta planta  y resaltan la gran importancia de conservarla. Por eso, para su historia, Elizabeth se desplazó en canoa por el río en búsqueda de un guayacán. Después de varias horas, su búsqueda da resultado cuando encuentra un árbol joven a unos kilómetros de su comunidad. Un retoño hace el recorrido de regreso con ella, lo ha desenterrado para transplantarlo en su comunidad. Este guayacán será el primero de su especie en el jardín comunitario. Más allá de permitir la propagación de la planta y la transmisión de sus usos, su conservación protege la danza y su significado cultural. Este trasplante trae consigo el recuerdo de un valor biocultural, pasado de generación en generación, de madre a hija, en la comunidad Majé Emberá. 

TERRITORIO Y FUTURO 

De acuerdo al dirigente Mauricio Mecha, gracias al proyecto Fotovoz Reconexión, los jóvenes exploraron nuevas formas de conectar con su territorio. Los participantes de los talleres ahora tienen las capacidades para seguir explorando la fotografía para la comunicación en favor del reconocimiento cultural y la lucha territorial. Asimismo, el proyecto permitió la resignificación de las historias de su comunidad, el bosque, sus aguas y las especies con las que coexisten.

 Las historias de la juventud Indígena nos ayudan a recordar el valor de las conexiones entre la cultura, el bosque y sus aguas. Su cosmovisión nos enseña que el bosque cuenta historias. Cada planta y cada animal tiene una voz propia. Al deforestar sus bosques y represar sus ríos, el territorio y todos los seres vivos que lo habitan pierden voz y vida. Por esto, al igual que Elizabeth plantó el guayacán, el objetivo en común de la comunidad Majé Emberá es restaurar el bosque y sus aguas con especies nativas, para conservar y  reconectar con sus conocimientos tradicionales. Solo de esta manera podrán restaurar el  territorio de vida y asegurar el futuro para sus jóvenes.

Agradecimientos

Agradecemos el invaluable apoyo de toda la comunidad Unión Embera, que abrieron su mundo interno de historias y dedicaron su tiempo y energía para co-crearlas con nosotros. Así mismo agradecemos a Ana Lucía Martínez y Santiago Monroy por compartirnos y acompañarnos con sus conocimientos de biología y fotografía nocturna. Este proyecto fue realizado gracias al apoyo de National Geographic Society.